domingo, diciembre 04, 2005



Vilma, mis nietos
y la tecnología
Vilma, mi hija mayor, chateó paralelamente anoche con sus sobrinos Klaus y Bárbara, ambos, por conclusión son mis nietos mayores. Klaus, reside en Berlín por varios meses, y Bárbara, está en gira de estudios en Río de Janeiro.
La maravilla de la tecnología digital nos permitía, a través del computador de Vilma, estar conectados por medio de la red. Mientras chateaba, ella estaba comunicada conmigo por telefonía IP. De tal manera, que estábamos interconectados digitalmente los cuatro. Yo, en el intertanto, escribía un post sobre la charla del martes del académico Eduardo Salgado Solovera. Realmente asombroso. Se advierte que estamos en otro siglo.
Hace unos años concurrí a España invitado para tomar parte en una ceremonia de puesta en marcha del proyecto Exposición Universal 1992 de Sevilla, organizada para celebrar, como muchas otras actividades, el 5º centenario del Descubrimiento de América por Colón. Faltaban cinco años para la inauguración de la feria. La Isla de La Cartuja era un páramo amplísimo serpenteado por el Guadalquivir, en el que sólo destacaba la capilla en la que se dice reposan los restos del descubridor. Entonces, el sevillano director ejecutivo de la exposición señaló que la mayor parte de lo que allí se iba a exhibir, cinco años más tarde, ni siquiera se había inventado. Y así no más fue. Concurrí nuevamente invitado en octubre de 1992 a la clausura de la Expo Sevilla y gran parte de lo que se exhibía era sorprendentemente nuevo y ni soñado un lustro antes. El páramo había dado lugar a modernas y bellas construcciones de avanzada arquitectura que cobijaban “stands” de los diversos países de todo el mundo, destinados a exhibir las últimas novedades de un siglo que prácticamente tocaba a su fin.
Esto es lo que ocurre con los avances tecnológicos y para quienes estamos viviendo esta realidad nos parece un regalo que otras anteriores generaciones nunca pudieron imaginar. En otros tiempos los avances eran lentos y apacibles. La vida transcurría de la misma manera. Recuerdo a un viejo amigo –Raúl Olmedo- que falleció joven, que no supo de televisión (y menos por cable o satelital en esta zona distante de la capital), de computadores, de viajes a la luna, de teléfonos celulares y quizás cuantos otros que no recuerdo en este instante. Y Raúl fue mi contemporáneo. Si el asunto hubiese sido al revés, si me hubiese tocado irme primero, no habría vivido, como dije, esta realidad. A quienes soñábamos en nuestra niñez o juventud con el mundo del futuro o nos apasionaba la ciencia ficción, quizás pudimos prever algo de todo esto: el prodigioso mundo de la vida moderna que nos permite disfrutar ahora de tantas y tantas maravillas. No necesito viajar al futuro para vivirlo, lo estoy ya viviendo.
Si todo se da como debe darse, Bárbara y Klaus, mis nietos, tendrán todavía bastante más tiempo que yo para disfrutar del vertiginoso mundo de la invención o la creación para una vida mejor. Deseo, asimismo, que esta mejor existencia esté cada día más cercana para todos, especialmente para aquellos que sufren la marginalidad del conocimiento y de la calidad de vida, que en términos más claros denominamos pobreza.
A Klaus le recuerdo que su blog Musikmania
creado antes de viajar a Alemania, todavía espera, como lo prometió, sus “copuchas” berlinesas.

2 Comments:

At 4:26 p.m., Blogger Alejandro Vega said...

Esa es la magia de la tecnología, he debatido y compartido virtualmente con amigos que no veo desde que me fui de Curicó, hace 7 años. Y he tenido el gusto de conocer a otros que nunca hubiese conocido de otra forma.
Si la tecnolgía está aquí hay que aprobecharla.
Saludos desde el sur.

 
At 10:37 p.m., Blogger Daniel Vásquez P. said...

Me hubiese gustado mucho poder leer a mi abuelo.
Más me hubiese gustado leerlo en forma contemporanea y saber que el me leía también.
No alcancé a conocerlo y el tampoco a mí. No fue culpa de la tecnologia, claro está. Estas tecnologias , además de entretenernos ahora, tienen un gran valor documental.

Saludos

 

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