sábado, diciembre 24, 2005




Errores que
se pagan caro

Creo que Héctor Pinto se equivocó al asignarle a un defensa uno de los lanzamientos penales en la definición del fútbol chileno del jueves pasado. Y estimo que se equivocó doblemente al asignarle una responsabilidad tan grande a un defensa que se advirtió claramente ofuscado e intranquilo en la etapa inicial del último partido con Universidad Católica.
Comentaba la situación con un amigo mientras veíamos esa final por televisión. Le señalé que se corría el riesgo de perder la definición por entregarle al zaguero Ponce tamaña responsabilidad en uno de los lanzamientos penales de la “U”.
En una definición por lanzamientos de 12 pasos lo más seguro es que lo hagan delanteros o jugadores avezados en la finiquitación de jugadas en las áreas. Están más preparados para golpear la pelota de distintas formas, sean suaves, fuertes o con lanzamientos colocados, como realmente ocurrió con todos los que sirvieron. Todos eran delanteros, salvo Fuenzalida y Droguett, que en la cancha cumplen una función intermedia, y el ya mencionado Ponce. El defensa habitualmente es más destructivo y se destaca por la fuerza para despejar el balón desde las inmediaciones de su arco. Es cierto que en el fútbol de hoy el defensa trata de despejar y construir desde sus últimas posiciones, pero en general no requiere de la sutileza y manejo del balón como la que se pide al delantero.
En un partido de tanta trascendencia no se puede dar tanta ventaja. Y la “U” la dio y perdió el campeonato. Perdió un título y la posibilidad de tomar parte en Copa Libertadores de América, que podía dejarle a lo menos 1 millón de dólares en su menguada tesorería.
Otro error de Pinto fue dejar demasiado tiempo en la cancha a un jugador de limitadas condiciones técnicas como el delantero uruguayo Olivera.
No anduvo en la cancha y no consiguió inquietar al buen arquero Buljubasich.
Si el juego desplegado en el segundo tiempo empieza en el primer período, la “U” podría estar celebrando el título, aunque Católica haya hecho méritos suficientes para obtener el campeonato por la excelente campaña cumplida en el torneo gracias a la generosidad de un plantel que muestra equilibrio y jugadores de calidad en sus diversas líneas.
Pese al error, el trabajo del entrenador de la “U” puede considerarse positivo y no podría juzgársele por un partido. Ha dirigido en los últimos años un plantel que ha pasado por las más graves crisis. Soportó en un principio una autoritaria dirección administrativa que sólo se ha corregido en el transcurso del presente año. Con tantas dificultades, fundamentalmente económicas, Pinto logró un título y estuvo en la disputa de otros. Sin sobresaltos, Pinto y su plantel pueden rendir mucho más todavía. El directorio actual debe darle otra oportunidad. Se lo merece.
Y Salas, en los últimos partidos del torneo nos demostró a todos que, por el momento, no es un jugador acabado. Su juego ante Cobresal y el segundo con Católica mostraron a un Salas con luces propias para continuar brillando en nuestro fútbol.
En el partido del domingo entre ambas universidades hubo un penal del porte de una casa en el primer tiempo. Un jugador de Católica cargó por atrás a un delantero de la “U”. Saltó y cayó sobre él y no hubo cobro ni del árbitro ni del guardalíneas que debió de haberle avisado la falta al juez de la brega si éste no la advirtió. Fue el mismo ayudante de campo que vio un penal de dudoso cobro que significó el triunfo de Católica, decisivo en el resultado para la definición del torneo. Lo más sorprendente que días después, no el árbitro del partido, sino el director de árbitros del fútbol rentado, deslindó de responsabilidades a los árbitros al señalar que ese de la UC no fue penal. Habría que decirle al Sr. Castro que revise la grabación del partido y podrá advertir con claridad la falta del jugador católico.
Ojo, que con todo esto de la definición por penales, muchos olvidaron que la “U” fue el único equipo que venció a Católica en el torneo de clausura. La cuenta le fue favorable por 2 goles a 1.