sábado, diciembre 24, 2005

A propósito de navidades

El otro día un amigo muy querido se leyó un trabajo que me dio nuevas luces sobre estas festividades de fin de año. Lo cierto es que las navidades representan el ocaso del tiempo y el inicio de ese mismo tiempo. Así lo han entendido las diversas civilizaciones en diferentes rincones del planeta. Las más pretéritas construcciones, legadas también por las más antiguas civilizaciones, así lo confirman.

En el hemisferio norte, el solsticio de invierno marca el inicio de un nuevo año. Y nosotros, como parte de esa civilización que se vino a este hemisferio a colonizarnos, lo seguimos celebrando, como ellos, pese a que nuestro solsticio invernal es en junio, mes entonces en que correspondería celebrar nuestro legítimo año nuevo. O, si no, pregunténselo a los araucanos, que lo celebran en junio con cultrunes y trutrucas hasta echar la ruca por la ventana.

En Antofagasta, justo en la línea del Trópico de Capricornio, un par de kilómetros al norte de la ciudad, las principales instituciones de gobierno y de las actividades públicas y privadas levantaron el 2000 una monumental alegoría destinada a marcar con exactitud astronómica el solsticio de invierno. Ubicada en Latitud: 23,44° Sur, Longitud: 70,23° Oeste, frente al aeropuerto Cerro Moreno, mide 12,4 metros de altura y está enmarcada en un círculo de 30 metros de diámetro. Allí llegan el 21 de junio representaciones de pueblos originarios del norte grande a rendir culto al sol y la naturaleza que traspasan la línea que da inicio a un nuevo año.

Sea como sea, por costumbre en estos días estamos celebrando el fin de un año e iniciamos otro. ¿Quién nos dice que dentro de un tiempo estemos celebrando también un nuevo año en el mes de junio?. Yo nací casi junto con el solsticio de invierno ¿En año nuevo?