jueves, noviembre 24, 2005

Charla a 250 años del
natalicio de W. Mozart

El próximo martes 29, a las 19,00 horas, el académico y connotado chelista Eduardo Salgado Solovera ofrecerá una charla sobre "Vida y obra de Wolfgang Amadeus Mozart a 250 años de su natalicio". Este acto académico se realizará en el auditorio del Centro de Extensión de la Universidad de Talca, Merced 337, en Curicó. Mozart nació en Salzburgo el 27 de enero de 1756.
Salgado es además ex integrante de la Orquesta Sinfónica de Chile. Dirige a nivel nacional las actividades destinadas a celebrar los 250 años del natalicio del célebre músico austríaco, que se centrarán fundamentalmente en el mes de enero próximo.
Esta actividad es organizada por ILEC Curicó y están todos, desde ya, invitados a participar en ella.

jueves, noviembre 10, 2005

Escaleras para subir y bajar


Leía en el diario local “La Prensa” un comentario sobre escaleras de la arquitecta Gloria Bass Martínez.

La didáctica colaboración de la columnista nos permitió diferenciar entre escalera y escala y de qué manera las gradas deben diseñarse y construirse para contribuir a la buena y adecuada comunicación, exenta de peligrosos riesgos, en nuestras casas, edificios públicos o privados y en muchos paseos o lugares de uso común.

Me trajo, asimismo, como recuerdo un accidente sufrido en mis días de niño en la casa solariega. Era esta escalera de madera y bastante empinada. Unía el primer piso con el segundo en uno de los patios de la vivienda familiar. Jugábamos con Telmo, mi hermano menor, en la parte superior, en uno de los escalones. De repente Telmo perdió pie se afirmó en mí y caí dando tumbos hasta llegar al suelo. Afortunadamente sólo me rompí la nariz en un accidente que pudo resultar más grave. La secuela la tengo todavía es mi tabique nasal desviado quizás por toda la vida.

Hay escaleras, como esa del cine local ubicado en un centro comercial de esta ciudad. Es alta y de peligrosa pendiente. Asimismo, se advierte dura y de contrahuellas muy altas. Estimo que ahí se hace necesario un rellano. Por lo inclinada, me recuerda la escala de las pirámides mexicanas. Estas pirámides tienen la huella muy angosta, que me hacen pensar que los constructores aztecas fueron de pies más bien chicos o. posiblemente, que al subir o bajar, colocaban la base de sus extremidades ligeramente de lado para mayor comodidad. Hoy, un pasamanos metálico, bastante enclenque, algo ayuda a cuantos se atreven a subir o bajar.

En fin, de escaleras mucho más se puede decir; sin embargo, es recomendable que arquitectos y constructores tomen en cuenta también a cuantos las usan y a su diversidad etaria.

He aquí otras disquisiciones sobre escaleras:

Instrucciones para subir una escalera

Nadie habrá dejado de observar que con frecuencia el suelo se pliega de manera tal que una parte sube en ángulo recto con el plano del suelo, y luego la parte siguiente se coloca paralela a este plano, para dar paso a una nueva perpendicular, conducta que se repite en espiral o en línea quebrada hasta alturas sumamente variables. Agachándose y poniendo la mano izquierda en una de las partes verticales, y la derecha en la horizontal correspondiente, se está en posesión momentánea de un peldaño o escalón. Cada uno de estos peldaños, formados como se ve por dos elementos, se sitúa un tanto más arriba y adelante que el anterior, principio que da sentido a la escalera, ya que cualquiera otra combinación producirá formas quizá más bellas o pintorescas, pero incapaces de trasladar de una planta baja a un primer piso.
Las escaleras se suben de frente, pues hacia atrás o de costado resultan particularmente incómodas. La actitud natural consiste en mantenerse de pie, los brazos colgando sin esfuerzo, la cabeza erguida aunque no tanto que los ojos dejen de ver los peldaños inmediatamente superiores al que se pisa, y respirando lenta y regularmente. Para subir una escalera se comienza por levantar esa parte del cuerpo situada a la derecha abajo, envuelta casi siempre en cuero o gamuza, y que salvo excepciones cabe exactamente en el escalón. Puesta en el primer peldaño dicha parte, que para abreviar llamaremos pie, se recoge la parte equivalente de la izquierda (también llamada pie, pero que no ha de confundirse con el pie antes citado), y llevándola a la altura del pie, se le hace seguir hasta colocarla en el segundo peldaño, con lo cual en éste descansará el pie, y en el primero descansará el pie. (Los primeros peldaños son siempre los más difíciles, hasta adquirir la coordinación necesaria. La coincidencia de nombre entre el pie y el pie hace difícil la explicación. Cuídese especialmente de no levantar al mismo tiempo el pie y el pie).
Llegando en esta forma al segundo peldaño, basta repetir alternadamente los movimientos hasta encontrarse con el final de la escalera. Se sale de ella fácilmente, con un ligero golpe de talón que la fija en su sitio, del que no se moverá hasta el momento del descenso

Más sobre escaleras
Julio Cortázar
En un lugar de la bibliografía del que no quiero acordarme se explicó alguna vez que ay escaleras para subir y escaleras para bajar; lo que no se dijo entonces es que también puede haber escaleras para ir hacia atrás.
Los usuarios de estos útiles artefactos comprenderán sin excesivo esfuerzo que cualquier escalera va hacia atrás si uno la sube de espaldas, pero lo que en estos casos está por verse es el resultado de tan insólito proceso. Hágase la prueba con cualquier escalera exterior; vencido el primer sentimiento de incomodidad e incluso de vértigo, se descubrirá a cada peldaño un nuevo ámbito que si bien forma parte del ámbito del peldaño precedente, al mismo tiempo lo corrige, lo critica y lo ensancha. Piénsese que muy poco antes, la última vez que se había trepado en la forma usual por esa escalera, el mundo de atrás quedaba abolido por la escalera misma, su hipnótica sucesión de peldaños; en cambio bastará subirla de espaldas para que un horizonte limitado al comienzo por la tapia del jardín salte ahora hasta el campito de los Peñaloza, abarque luego el molino de la turca, estalle en los álamos del cementerio, y con un poco de suerte llegue hasta el horizonte de verdad, el de la definición que nos enseñaba la señorita de tercer grado. ¿Y el cielo, y las nubes? Cuéntelas cuando esté en lo más alto, bébase el cielo que le cae en plena cara desde su inmenso embudo. A lo mejor después, cuando gire en redondo y entre en el piso alto de su casa, en su vida doméstica y diaria, comprenderá que también allí había que mirar muchas cosas en esa forma, que también en una boca, un amor, una novela, había que subir hacia atrás. Pero tenga cuidado, es fácil tropezar y caerse; hay cosas que sólo se dejan ver mientras se sube hacia atrás y otras que no quieren, que tienen miedo de ese ascenso que las obliga a desnudarse tanto; obstinadas en su nivel y en su máscara se vengan cruelmente del que sube de espaldas para ver lo otro, el campito de los Peñaloza o los álamos del cementerio. Cuidado con esa silla; cuidado con esa mujer.